Eres tú

Es tu cuerpo una amapola
Entre el pasto de las sábanas
Luz que arde en esta penumbra
Río de lava en la montaña

Son tus ojos la agonía
Que se enreda en mi garganta
Es tu pecho aquella calma
Que me inquieta la esperanza

Son tus labios la mentira
Que da porqué a mis deseos
Y eres tú aquel sinsentido
Que hizo realidad a este sueño

Frustración

Últimamente no soy capaz de expresar lo que intento cuando escribo, en parte creo que se debe a que estoy en una mala racha en cuanto a lo anímico se refiere... y la otra parte supongo que es el hecho de que voy cambiando la temática sobre la que quiero escribir y la forma, así que a veces no estoy a gusto con mi propio estilo y no consigo adecuarme a el mensaje que quiero dar.
Todo esto vengo a decirlo para explicaros que dentro de este tornado de negatividad una de las pocas cosas que he conseguido escribir ha sido esto que ahora podréis leer y que lo he hecho en prosa porque no me he encontrado a gusto de ninguna otra manera. Espero vuestros comentarios.


No las encuentro, no, esas palabras, el verso, para escribirte el amor, para traducir el alma, para calmar el dolor de la vida, para sentir que no siento y dibujarte en trazados un esquema de recuerdos sin principio, fin ni letras que te grite que te amo.

El pincel de tus pestañas

El pincel de tus pestañas
pinta el lienzo que cielo es, tu iris;
tu pupila un universo
envuelto en frágil lágrima de nada...

¡No hay estrellas, no hay agua, ni cielo!
Ni pintor, ni pinceles, ni sueño.
Y sólo fue real tu mirada,
y en tu cosmos se perdió mi ego.

Yo y tus palabras

Transpira el miedo
y atraviesa los poros de mi alma,
que no es sino burda esclava,
que se funde en el hielo
del vapor de tu cama,
de tu gesto insincero,
que se ahoga palabras
cuando te oye un te quiero.

Permítemelo

¡Permítemelo, oh vida!
Tú has sido la causa,
el camino, la meta,
tú la alegría.

Tu creas el llanto,
lo cesas, lo justificas.
Me arrancas las alas,
¡eres un milagro!

Concédemelo, te lo suplico.
Ahora comprendo que erré,
que te soñé alcanzable
¡y hasta los sueños evito!

!Que nunca entendí tus ojos!
Como cristales en fuego,
Creílos fundirse en mi pecho
y ahora se me han roto.

Y por eso he de rogarte,
por amor, por deseo,
por coraje, por ira;

por tu risa, por tus ojos,
¡Por mis sueños!, mi vida,
!Déjame olvidarte!

Rima anonimada IV

Aunque me duela, mi amor,
creo que al fin ya lo comprendo;
que tú sólo eres soñable
y yo sólo a ti te sueño

Cenizas en la escarcha

Y se cubrirá de cenizas
la escarcha que atrapa a mi alma
y así matará tus flores
que los suspiros me arrancan

Y no limpiará el amor,
hará, más bien, ocultarlo
y aunque un día fuimos dos,
tu uno quedará manchado.